HITO N° 3 : Boom Guanero



Aquel bendito recurso caído del cielo

Si es irónico que un país identificado en todo el mundo con el oro y la plata haya caído en una profunda crisis económica, lo es más aún que salga de esto y funde su prosperidad a base de la exportación del estiércol de las aves marinas que se acumuló en las islas y puntas del litoral por las escasas lluvias y formó capas de hasta 70 metros de espesor. La expansión del comercio del guano se logró relativamente con poco esfuerzo, ya que este recurso no era una mercancía que tenía que ser producida, en la acepción común del término.

Es decir para su producción no se requería de mano de obra, ni de uso de tecnología. Naturalmente, eran las aves quienes dejaban caer sus excrementos que recién luego los obreros se encargaban sólo de extraer y reunir. Tampoco había problemas para transportarlo a barcos en altamar, debido a que ya estaba ubicado cerca de estos, en las islas. Y por si fuera poco, se trataba de un guano realmente superior porque en la costa no caía la lluvia suficiente para remover su componente de nitrógeno, lo cual permitía que se conserve en óptimas condiciones para alimentar plantas y mejorar la producción de tierra. Las peculiares características climáticas de la costa peruana jugaron a favor de la economía nacional, permitiendo que el guano mantenga las propiedades químicas que tanto se necesitaban en el extranjero.


Todo empezó cuando el científico arequipeño Mariano de Rivero y Ustariz regresó al Perú luego de haber seguido estudios sobre botánica y mineralogía en Europa. Decidido a hacer ciencia, realizó trabajos de investigación acerca de las propiedades fertilizantes del guano de las aves costeras en la agricultura. Estos fueron publicados y leídos en el viejo continente. A modo de prueba, se hicieron los primeros embarques de guano a Inglaterra, en 1841. Rivero y Ustariz estaban en lo cierto y el mundo creó gran demanda por el guano peruano. El guano fue declarado patrimonio del Estado y a partir de esta época se arrendaban las islas guaneras a diversas compañías nacionales, que pagaban al gobierno por el derecho a extraer y vender el susodicho recurso. En 1849, debido al aumento de precio que sobrevino, este sistema fue cambiado por el de la consignación. Este consistía en que la propiedad del producto la mantuviera el Estado hasta su venta final, aunque de la extracción y venta del guano se ocupaba el consignatario, quien trataba de obtener el mayor precio posible por el abono en el mercado y descontaba sus gastos y comisión. El resto del dinero le pertenecía al gobierno, que se quedaba con un 60% del producto bruto, una ganancia enorme si tenemos en cuenta que esta se generaba de la venta de una propiedad y no de la realización de una inversión. Luego, las autoridades decidieron prescindir de los comerciantes que se encargaban de vender el guano y tratar directamente con las casas comerciales extranjeras. Este nuevo sistema permitía al Estado obtener mayor lucro, ya que un intermediario podría hallar una fuente de corrupción en la posibilidad de aumentar con mañas los costos que luego descontarían al gobierno.

Corría la década de 1850 y sobresalía la firma inglesa Gibbs and Sons como una de las casas comerciales que adquiría el abono peruano. En 1862, tras el último período de gobierno de Ramón Castilla, la presión ejercida por los comerciantes peruanos para que recuperasen el negocio dio resultado. La demanda ya se había expandido y abarcaba no sólo Europa, sino también Estados Unidos, China y Cuba. A partir de entonces empezaron los mejores años de la plutocracia limeña, cuya duración no fue muy larga porque el régimen del presidente José Balta pactó en 1869 un monopolio del guano con la casa francesa Dreyfus. El presupuesto estatal empezó a elevarse fundamentalmente por causa de la venta del guano hasta que a mediados de la siguiente década los ingresos que generaba empezaron a decaer. La política de precios fijada por las autoridades peruanas para su venta originó en Europa la búsqueda de abonos, naturales o sintéticos, que reemplacen al caro fertilizante peruano. También durante estos años, una aguda crisis financiera, que cerró los créditos externos al Estado, y el agotamiento de los depósitos del guano redujeron en un 50% el nivel de venta del guano.


Las consecuencias de dicha crisis fueron graves, debido a que el Perú dependía de los préstamos externos y no había logrado desarrollar recursos alternativos, pero esto aún era poco comparado a lo que sucedería después. El Perú se vería envuelto en un conflicto ajeno: la guerra entre Chile y Bolivia, ya que estaba ligado por un tratado de defensa mutua a este último. La economía peruana, que ya estaba bastante alicaída por la crisis, se destruyó.









Bibliografía
  • http://runapacha.iespana.es/_paginas/1historia/pdf/historia001.pdf
  • http://www.monografias.com/trabajos57/peru-siglo-xix/peru-siglo-xix2.shtml
  • http://guanoperu.blogspot.com/
  • http://www.larepublica.pe/fama/30/05/2009/guano-en-el-peru-las-islas-del-tesoro
  • MATHEW, Willian (2009). La firma inglesa Gibbs y el monopolio del guano del Perú. Perú: Lima.Biblioteca Nacional
  • CONTRERAS, Carlos (1999). Historia del Perú Contemporaneo. Perú: Lima. Biblioteca Nacional
  • TANTALEAN, Victor (1983). Política económica financiera y formación del Estado, siglo XIX. Perú: Lima.CEDEP
  • BONILLA, Heraclio (1974). Guano y burguesia en el Perú. Perú: Lima. Instituto de Estudios Peruanos

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